jueves, 26 de abril de 2012



EN ESOS ANAQUELES DEL MUNDO

Ciego el hombre en la locura
con esa venda que carcome
hasta las horas

Anaqueles viejos
en esta historia...
de prisiones que tanto gritan

Las sombras
y tantas noches sin luna,
rompiéndose en la ventana

Y la mano herida
con la flor que muere
ya marchita

Y el hombre enfrascado
en ese agonía ilusa… sin memoria
mientras su tierra sangra

Y tan sólo el pan de vida
que te salva
en la palabra santa!

Eileen


LA ANCIANA EN EL GRANERO
          …Aprendiendo a mirar con los ojos de los años

La noche pretende asomar su rostro con cara de luna mientras en la esquina, de ese viejo granero, una anciana contempla la vida, pasar tan lentamente como sus pasos cansados y añejos.

Mientras muchos corren a sus casas, después de la jornada apretada y agitada, los hombres esquivan los rostros y las sonrisas y a la anciana sentada en esa esquina, que se toma el tiempo para contemplar la vida. Ella les sonríe, pero nadie la mira…ay del correr de sus vidas, susurra en esa esquina.

Una pelota blanca, ajada por el uso y por el tiempo parece rodar entre las piedras y la maleza y ese niño de carita sucia y rostro dulce, que la corre como si fuera una gallina asustada en el corral de la abuela…y el cenzontle que ajusta su nido tan amado, antes de la primavera, con su trino de serenata viva en busca de su compañera.

Los minutos apenas se desnudan de las horas y se escucha la sexta campanada que emite estruendosa la catedral de la plaza y entonces las palomas vuelan hasta el parque, en busca de su mágico alimento y se escucha, a pesar del viento, ese suave aleteo que acompaña todo vuelo, como un suspiro que el silencio abraza. La anciana sonríe ante la súbita silueta de una cigarra que empieza a dar su resplandor temprano.

La aurora comienza a esconderse lentamente y la luna, atrevida ya ha salido, aunque aún serpentea la luz de la tarde suave, que quiere dormir en los brazos de la noche, que asoma lentamente, junto a la viejita que contempla la vida pasar ante sus ojos silentes y armoniosos.

La hierba cruje bajo los pies del abeto que se mece con el viento y las palomillas asoman sus inquietantes y volátiles hazañas, queriéndose esconder del hermoso gato negro que de lejos, espera cual bandido, su delirio!

Y la tarde se va esfumando bajo las sombras suaves, que marcan siluetas fantasmales y otras mágicas al lado del bejuco y la carreta, que rechinan juntos, en gradual serenata…

Los ojos de la anciana se elevan a los cielos, como en audaz plegaria, para contemplar la luna, blanca, linda, redonda y flamante…luna de noches interminables, de enamorados, de poetas y recuerdos…si, luna de su pueblo, sobre el huerto que ha labrado con sus manos arrugadas y marcadas por el tiempo…ese mismo que se toma en el silencio, para contemplar el eco del anochecer…que llega, lento, tibio, bello…

De repente el gato levanta sus orejas largas y apunta su curiosidad felina hacia los pastos endulzados con el rocío que ha caído suavemente y se escucha ese cantar bendito de los grillos y las chicharras que le cantan a la noche…

Sí…la vida canta…la noche asoma y la anciana mira…lo que tantas veces, nosotros ignoramos!

Eileen


MUJER DE LA NOCHE

Con su vestido rojo
de escote insinuoso

Con sus labios pintados
y su cabello enrizado

La mujer con su cuerpo en venta
salió a la esquina que la espera

Como la noche abierta…
y el hombre sin conciencia
en compra-venta !

Eileen

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