EN ESOS ANAQUELES DEL MUNDO
Ciego el hombre en la locura
con esa venda que carcome
hasta las horas
Anaqueles viejos
en esta historia...
de prisiones que tanto gritan
Las sombras
y tantas noches sin luna,
rompiéndose en la ventana
Y la mano herida
con la flor que muere
ya marchita
Y el hombre enfrascado
en ese agonía ilusa… sin memoria
mientras su tierra sangra
Y tan sólo el pan de vida
que te salva
en la palabra santa!
Eileen
LA ANCIANA EN EL GRANERO
…Aprendiendo a mirar con los ojos de los años
La noche pretende asomar su rostro con
cara de luna mientras en la esquina, de ese viejo granero, una anciana
contempla la vida, pasar tan lentamente como sus pasos cansados y añejos.
Mientras muchos corren a sus casas,
después de la jornada apretada y agitada, los hombres esquivan los rostros y
las sonrisas y a la anciana sentada en esa esquina, que se toma el tiempo para
contemplar la vida. Ella les sonríe, pero nadie la mira…ay del correr de sus
vidas, susurra en esa esquina.
Una pelota blanca, ajada por el uso y por
el tiempo parece rodar entre las piedras y la maleza y ese niño de carita sucia
y rostro dulce, que la corre como si fuera una gallina asustada en el corral de
la abuela…y el cenzontle que ajusta su nido tan amado, antes de la primavera,
con su trino de serenata viva en busca de su compañera.
Los minutos apenas se desnudan de las
horas y se escucha la sexta campanada que emite estruendosa la catedral de la
plaza y entonces las palomas vuelan hasta el parque, en busca de su mágico
alimento y se escucha, a pesar del viento, ese suave aleteo que acompaña todo
vuelo, como un suspiro que el silencio abraza. La anciana sonríe ante la súbita
silueta de una cigarra que empieza a dar su resplandor temprano.
La aurora comienza a esconderse
lentamente y la luna, atrevida ya ha salido, aunque aún serpentea la luz de la
tarde suave, que quiere dormir en los brazos de la noche, que asoma lentamente,
junto a la viejita que contempla la vida pasar ante sus ojos silentes y
armoniosos.
La hierba cruje bajo los pies del abeto
que se mece con el viento y las palomillas asoman sus inquietantes y volátiles
hazañas, queriéndose esconder del hermoso gato negro que de lejos, espera cual
bandido, su delirio!
Y la tarde se va esfumando bajo las
sombras suaves, que marcan siluetas fantasmales y otras mágicas al lado del
bejuco y la carreta, que rechinan juntos, en gradual serenata…
Los ojos de la anciana se elevan a los
cielos, como en audaz plegaria, para contemplar la luna, blanca, linda, redonda
y flamante…luna de noches interminables, de enamorados, de poetas y
recuerdos…si, luna de su pueblo, sobre el huerto que ha labrado con sus manos
arrugadas y marcadas por el tiempo…ese mismo que se toma en el silencio, para
contemplar el eco del anochecer…que llega, lento, tibio, bello…
De repente el gato levanta sus orejas
largas y apunta su curiosidad felina hacia los pastos endulzados con el rocío
que ha caído suavemente y se escucha ese cantar bendito de los grillos y las
chicharras que le cantan a la noche…
Sí…la vida canta…la noche asoma y la
anciana mira…lo que tantas veces, nosotros ignoramos!
Eileen
MUJER DE LA NOCHE
Con su vestido rojo
de escote insinuoso
Con sus labios pintados
y su cabello enrizado
La mujer con su cuerpo en venta
salió a la esquina que la espera
Como la noche abierta…
y el hombre sin conciencia
en compra-venta !
Eileen
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