Rayo de Luna era una dulce joven que parecía una alondra y que le contaba leyendas a los pequeños niños kezúas que crecían en la tribu que habitaba debajo de las faldas de la noche, en ese lugar tranquilo donde los antepasados se mojaban los pies descalzos a la orilla de los riachuelos frescos y donde la noche llega a beber intensa, el color de las estrellas.
Hacía mucho tiempo… les decía… en la tierra de nadie, donde los árboles eran de una altitud inmensurable y en los caminos brotaba la vida sin interrupciones… se escuchaba el bramar de los campos cuando a los lejos asomaba como una sombra y en medio de la bruma, la cálida estampida de los lobos que gobernaban la plenitud de aquellas laderas y aullaban como queriendo convencer a la luna - de que no se marchara al amanecer de las montañas - porque temían que la llegada de la inconsciencia, aniquilara la esencia de la vida en mansedumbre y el cálido nido de las montañas, floreciendo entre la inocencia de los niños...
Pero cuenta la leyenda, que la tierra era fecunda, sí...
antes de que fuese aniquilada por el hombre!
Por Eileen Ovalle
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